Un corazón no busca un mar de turbulencias;
busca un terreno fértil en que se pueda afincar,
donde goce de años serenos y de esperanza,
donde envejezca con otro a quien valorar.
Y aunque a veces un aniego febril desata
las situaciones que tanto teme este corazón,
pasada la emoción vuelve a la calma
en busca de otro que no le haga perder la razón.
Tu corazón te exige cordura;
te pide que lo escondas de la obscenidad,
a salvo de la concupiscencia tan inmadura
en donde tan bien se siente y suele vibrar.
Y aunque muestre descontrol ante tus mares de atadura
y su naturaleza lo impulse a gozar de todo mal,
inmerso en el plácido caos de la aventura,
recuerda su casa y el camino para regresar.
-Rod P.M.
Poeta Maldito